Semanario Voces

JUAN JOSé DOñAN

Proceso.com.mx
Aprovechando que la atención de la ciudadanía estaba puesta en otra parte (por ejemplo, en la cenagosa campaña que, de manera contraproducente, el panismo jalisciense lanzó contra el priista Aristóteles Sandoval), funcionarios del gobierno de Jalisco, de la Universidad de Guadalajara y del ayuntamiento tapatío emprendieron acciones en perjuicio de la colectividad, pues fueron concebidas para beneficiar a unos cuantos.
Dos semanas antes de las elecciones del 5 de julio, el Consejo General Universitario (ese monolítico órgano de gobierno de la Universidad de Guadalajara que en la práctica no responde a la pluralidad de intereses de esa casa de estudios sino a los apetitos del grupo político que lleva ya una veintena de años enquistado en la institución y el cual encabeza el exrector Raúl Padilla) aprobó la creación de una nueva empresa universitaria, Impro, que descaradamente se dedicará a promover y comercializar el show business.
El rector sustituto, Marco Antonio Cortés Guardado, sin pudor trata de justificar esta nueva empresa del padillato con el argumento demagógico de que esto es con el fin "de ordenar todo ese trabajo que hace la UdeG, no necesariamente buscando la rentabilidad de los espectáculos que se promueven" (Mural, 20 de junio de 2009).
"No necesariamente buscando la rentabilidad" significa, en el lenguaje ladino de los jeques de la UdeG, al menos tres cosas: 1) A diferencia de la Arena VFG o del teatro Galerías, los espectáculos que lleven el membrete Impro-UdeG no pagarán impuestos, pues teóricamente no tendrán fines de lucro. 2) Con ello justificarían cualquier clase de pérdida económica, que será reparada, como hasta ahora, con presupuesto de la UdeG. 3) Seguirán dando alegremente gato por liebre, presentando como cultura lo que no pasa de entretenimiento, diversión, espectáculo convencional y adocenado.
¿Qué dice la comunidad universitaria ante esto? No se sabe, pues como nunca antes el CGU no representa ni la opinión ni el sentir de dicha comunidad.
Otra "daga" que fue tomando forma al cobijo de las campañas políticas es el proyecto de convertir a la Casa de la Cultura Jalisciense en la nueva sede del Cedart Guadalajara, una preparatoria con adiestramiento artístico que depende del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). La decisión fue de Alejandro Cravioto, secretario de Cultura de Jalisco, quien luego de enterarse de que el propietario de la finca que ocupado el Cedart tapatío (esquina noreste de Hidalgo y General Coronado) decidió no renovar el contrato de arrendamiento, ofreció a autoridades del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, del que depende el INBA, las instalaciones de la Casa de Cultura Jalisciense (CCJ).
El funcionario estatal no sólo hizo ese ofrecimiento a sus pares del gobierno federal, sino que comenzó a hacer las gestiones correspondientes para que el gobierno de Jalisco cediera, mediante un comodato, el edificio que, hacia mediados de los años cincuenta, el gobernador Agustín Yáñez encargara al arquitecto Julio de la Peña para que fuera la sede de la primera casa de la cultura que se creó en México y en América Latina.
En vísperas de la jornada electoral, Alejandro Cravioto anunció (El Informador, 1 de julio de 2009) que era ya "prácticamente un hecho" la mudanza del Cedart Guadalajara a la CCJ, con lo que el gobierno de Emilio González Márquez no sólo rehuye sus obligaciones en materia de promoción cultural, sino que desnaturalizará una noble institución que fue creada, hace poco más de medio siglo, no como una escuela sino para ser el principal centro promotor de las manifestaciones artísticas e intelectuales de la entidad. Por lo visto, el señor Cravioto quiere estar a tono con la vocación dadivosa -con bienes ajenos, claro- de su jefe, González Márquez.
¿Qué ha hecho la comunidad cultural, comenzando por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CECA) ante semejante tropelía? La comunidad artística, distraída en otros menesteres, ha dicho poco, y el CECA de plano nada. No faltará quien quiera interpretar este silencio diciendo que como los consejeros y el presidente del CECA andan muy amistosos con el secretario de Cultura -quien no sólo asiste a sus actos y sesiones, sino que los apoya económicamente en casi todos sus proyectos y ocurrencias- han decidido no decirle a Cravioto que está cometiendo un grave error con la desnaturalización de la CCJ.
A la cuenta de abusos y desaciertos de la gestión cultural de la presente administración estatal hay que sumar la remoción de la duela en las salas del Instituto Cultural Cabañas para sustituirla por piso de cemento, con el pretexto de que el costo de mantenimiento es muy alto, y la transformación de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) en banda versátil, con la tramposa "justificación" de atraer "nuevos públicos".
Con la complacencia de un patronato que ha sido un cero a la izquierda, y del propio Alejandro Cravioto, que no parece afanarse mucho en ser un verdadero secretario "de Cultura", el director de la OFJ, Héctor Guzmán, ya tiene colocada a la sinfónica de la localidad a medio camino entre un mariachi obeso y una rígida banda grupera. ¡Felicidades por esmerarse en devaluar, en un lapso tan breve, la promoción cultural en Jalisco!
La bancada panista en el Ayuntamiento de Guadalajara, con el alcalde Alfonso Petersen Farah a la cabeza, también supo envolverse en el proceso electoral y, aprovechando los pocos meses que le quedan al PAN para ser mayoría en el cabildo tapatío, se despachó con la cuchara grande.
Su principal "daga" fue el cambio en el uso de suelo -no obstante el voto en contra de los regidores del PRI y de la regidora perredista- del área próxima a la barranca de Huentitán, pasando por encima de un decreto municipal de 1997, aprobado durante el primer gobierno panista de Guadalajara y mediante el cual la ceja de la Barranca fue declarada Área Natural Protegida y se prohibió construir por debajo de mil 500 metros sobre el nivel del mar.
Pero los regidores panistas no se detuvieron en consideraciones ecológicas y, con un cinismo de récord panamericano, modificaron el Plan Parcial de Desarrollo Urbano para abrirle paso al proyecto Voltea a la Barranca, que según ellos será un "desarrollo basado en la naturaleza, ciencia, arte, tecnología y entretenimiento, en donde la barranca es una fuente de valor ambiental, paisajístico y de diversión" (La Jornada Jalisco, 10 de julio de 2009). Es una de las razones por las que perdió el PAN, y de manera particularmente estrepitosa en el municipio de Guadalajara.